El edificio consigue expresar, mediante un único lenguaje arquitectónico de líneas esbeltas, tres modos de relación con el entorno en el que se inserta:
- Urbano: vista desde el espacio público, la intervención se manifiesta exclusivamente mediante el color blanco de los marcos de los huecos. Este pequeño gesto basta para hacer totalmente reconocible el nuevo edificio, que por lo demás se mimetiza perfectamente con el casco histórico de Cáceres.
- Espacio exterior dentro del edificio: hacia el patio, la estructura de pilares de hormigón blanco contrasta por su color, esbeltez y ritmicidad con los muros de mampostería (cuarcita cacereña), y a pesar de ello, se percibe como un todo continuo al igual que los muros originales, ya que las proporciones alargadas de los espacios interiores del edificio hacen que casi nunca se miren desde un punto de vista frontal. Es un lenguaje contemporáneo que contrasta con las preexistencias sin resultar extravagante.
- Interior: el mismo lenguaje contemporáneo nos evoca la construcción tradicional de forjados de madera, propia de los edificios de la ciudad medieval.
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